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Arcángel San Miguel
Rodríguez quiteño, Bernardo
Fecha: 1770-1800
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Arcángel San Miguel
Rodríguez quiteño, Bernardo
1775-1803
Muralista y pintor, fue un maestro muy destacado entre los cultivadores de motivos religiosos en el Quito virreinal. Independientemente de su continuado y estimable interés por los asuntos marianos —tema que le reportó una gran reputación por la calidad en sus logros—, la obra de Rodríguez se relaciona con la técnica y tratamiento estilístico habituales en artistas como Manuel Samaniego. Los encargos que recibió desde diversas instituciones religiosas integran la mayor parte de su producción, caracterizada por una interesante utilización del claroscuro. Ese amparo eclesiástico le ofreció unas ventajas privilegiadas para la elaboración de lienzos como los que hoy cabe admirar en la Catedral de Quito y en el Museo de Arte Colonial o Casa de la Cultura Ecuatoriana. En la misma línea, es posible comprobar la apreciable composición de series hagiográficas como la pintada por el maestro en 1797, actualmente exhibida en el Museo de San Agustín. Entre los discípulos que heredaron la impecable factura de Rodríguez, destaca el retratista y pintor religioso Antonio Salas, nacido en Quito en 1795 y muerto en la misma ciudad en 1860. FUENTE: http://cvc.cervantes.es/artes/ciudades_patrimonio/quito/personalidades/brodriguez.htm
No
01 Óleo sobre tela
KENNEDY TROYA, Alexandra. Arte de la Real Audiencia de Quito, siglos XVII-XIX: patronos, corporaciones y comunidades. Hondarribia: Nerea, 2002.

Museo de la Antigua Recoleta Mercedaria
Ecuador
Quito
Ecuador
Quito
N/A

Ángeles
Coro Arcángeles
Miguel
Rollo
N/A


Ángeles
Cielo
Corona
Corte celestial
Estandarte
Familia
Flores
Lactación
Mundo
Niños
Trono
Coronación
Virgen
Contemplación
Adoración
Ofrenda
Escenario Simbólico
Relato Devocional
Sin donante
Ninguna
Inspiración en Nuevo Testamento
Alas
Altar
Ángeles
Aureola de rayos
Bandera
Capa
Corona
Joyas
Nimbo de luz
Nube
Querubín(es)
Rollo
Rosa roja
Edad: adolescencia-Juventud
Edad: Niñez
Imagen dentro de la imagen
Personaje colectivo
Personajes: Sagrados


La cultura barroca es gestual. El gesto complementaba la comunicación visual con gestos de oralidad, de modo que las pinturas “hablaban”. La siguiente información trata de reconstruir la cultura gestual quirológica y quironómica a partir de los tratados y de las frecuencias gestuales en la pintura colonial.

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Arcángel Miguel
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No

Según la tradición, San Miguel Arcángel fue considerado como príncipe de la Iglesia Católica, jefe de los arcángeles, el Ángel del arrepentimiento, de la justicia, de la misericordia y de la santificación. Al igual que defensor de los hombres y custodio de toda la Corte Celestial. Ostenta el título de “El más grande” de todos los ángeles, tanto para la religión cristina como para la judía y la musulmana. Originalmente fue adorado por los calderos quienes lo adoraban como si fuera un Dios. De allí vendría la inscripción “Quis sicut Deus” que aparece en varias de sus representaciones y que traduce “Quien como Dios”, que quiere decir Miguel. En la Iglesia Católica el culto a San Miguel empezó en la época del Papa Gregorio el Grande, hacia el año 509, como consecuencia de una peste de la que los libró el Arcángel. Una de sus principales apariciones fue datada por Pedro de Rivadeneira, en su libro Flos Sanctorum, en el monte de Gargana; lugar en donde fue edificado un templo en su nombre y celebrada su fiesta, entre el 19 y 20 de septiembre.
Querubines
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No

Los querubines y los serafines son las dos clases más altas de ángeles de la jerarquía celeste. No son ángeles en el sentido epistemológico de mensajeros, pues se mantienen siempre alrededor del trono de Dios, a menos de que vigilen el símbolo de éste, el Arca de la Alianza. Fueron retomados de la mitología babilónica, que personificaban la luz cegadora de los relámpagos en un cielo en tormenta. Serafines y querubines se diferencias en el número de alas. Los serafines se caracterizan por seis alas oceladas (son hexaptéros), mientras que los querubines sólo tienen cuatro. La fuente de esta iconografía es una visión de Isaías (6: 2)