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Santa Teresa de Jesús
Santa Cruz Pumacallao, Basilio de
Fecha: 1661-1700
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Santa Teresa de Jesús
Santa Cruz Pumacallao, Basilio de
1661-1700
(1635-1710). Pintor indígena Quechua. El maestro más favorecido por el mecenazgo de Mollinedo fue, sin duda, Basilio de Santa Cruz Pumacallao. Su carrera había empezado hacia 1661. Al año siguiente firmaba el San Laureano mártir, en el convento de la Merced, que revela a un retratista y pintor religioso de gran aliento. Posteriormente realiza en el convento franciscano una parte de la serie sobre la vida de San Francisco de Asís (1667), obra que despertó la admiración del virrey Conde de Lemos al visitar la ciudad en 1668. A partir de 1690, Santa Cruz se hará cargo de las principales obras decorativas de la catedral por encargo de Mollinedo, lo que significa su consagración definitiva como pintor. Sin duda un gran exponente de la escuela cuzqueña de pintura. Fuente: Arte Colonial. Catálogo de Artistas Coloniales. P. 165-166
No
N/A
MESA, José de y Teresa Gisbert. Historia de la pintura cuzqueña. Lima: Fundación Augusto N. Wiese, Banco Wiese, 1982.

Catedral de Cuzco
Peru
Cuzco
Peru
Cuzco
Local

Santos
Santas
Santas Fundadoras de órdenes
Teresa
Transverberación


Ángel
Ángeles
Carmelita
Dios
Espíritu Santo
José
Monja
Monjas
Mujer
Mujeres
Niño Jesús
Órdenes femeninas
Órdenes religiosas
Sagrada familia
Santa
Santas
Transverberación
Trinidad
Virgen María
Celeste / Terrestre
Historia de vida de santos
Sin donante
Ninguna
Martirologio, santoral/Flos sanctorum
Ángeles
Arco
Corona de flores
Dios
Espíritu santo
Flecha en llamas
Flechas
Habito eclesiástico
Niño Jesús
Nube
Paisaje
Sagrada familia
San José
Trinidad
Virgen María
Edad: adulto
Edad: Anciano
Escena: compuesta
Género femenino
Género masculino
Personaje colectivo
Personaje: contacto corporal
Personajes: Sagrados
Presencia: niños


La cultura barroca es gestual. El gesto complementaba la comunicación visual con gestos de oralidad, de modo que las pinturas “hablaban”. La siguiente información trata de reconstruir la cultura gestual quirológica y quironómica a partir de los tratados y de las frecuencias gestuales en la pintura colonial.

9450 copia 05 Posición: de Pie inclinado
4406 06 Posición: Otros tipos
0862 anonimo sor ana mar%c3%83%c2%ada de san francisco y neve xviii mx copia 01 Posición: de Pie
N/A
N/A
N/A
Teresa Santa
1582-01-01
1614-01-01
1622-01-01
No

Nacida en Ávila en 1515, Teresa de Jesús, o de Ávila, entró a los dieciocho años en el monasterio carmelita de la Encarnación de Ávila (España); hija de Antonio Cepeda y Beatriz de Ahumada. Realizó grandes actos de penitencia, oración y sacrifico; usaba siempre silicios con los cuales flagelaba su cuerpo, además de hojas de lata, ortigas y llaves. Se interesó fundamentalmente por los historias de los santos mártires, al punto de concertar con su hermano (cuando aún era una niña) para salir de su casa y viajar a África para ser martirizada en nombre de Cristo ante los Moros. Pero cuando habían avanzado en su camino, su tío los encontró y en seguida los hizo regresar, no pudiendo así lograr su cometido. Fue una gran mística, distinguiéndose por sus visiones, éxtasis y elevación de su pensamiento. Logró llevar a cabo la reforma de la orden de las carmelitas descalzas a la que pertenecía y fundar su primer convento reformado en 1562, colocado bajo la invocación de san José en Ávila. Entre los éxtasis y las visiones que describió ella misma en sus obras, figura la Transverberación, o traspaso de su corazón. Este éxtasis tuvo lugar hacia 1559. Un ángel –como lo referencia el texto Duchet-Suchaux y Pastoreau- de la orden de los serafines se le apareció “viole en las manos un dardo de oro largo y al fin de él me pareció tener un poco de fuego; éste me pareció meter por el corazón algunas veces (…) y me dejaba toda abrazada en el amor grande de Dios”. Otra visión célebre es aquella en que una paloma con alas llenas de escamas de nácar comienza a planear sobre su cabeza, la víspera de Pentecostés; al igual que el momento en el que san José y la virgen le ofrecen algunas prendas de vestir. Muchas de estas visiones y otras que aparecen relatas en sus escritos, fueron esenciales para establecer los elementos iconográficos que identifican a santa Teresa.