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Santa Rosa de Viterbo
01 Anónimo,
Fecha: 1700-1799
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Santa Rosa de Viterbo
01 Anónimo,
Autoría desconocida.
No
N/A
Fotografía Cristina Cabrera

Museo de Santa Catalina
Peru
Cuzco
Peru
Cuzco
N/A

Santos
Santas
Santas mujeres
Rosa de Viterbo
N/A


Aparición
Devoción
Paisaje
Interior
Ventana
Mujer
Hombres
Terrestre / Interior casa-habitación
Historia de vida de santos
Donante posiblemente presente
Ninguna
Martirologio, santoral/Flos sanctorum
Aureola de rayos
Corona de flores
Crucifijo
Edad: adulto
Escena: compuesta
Género Masculino/femenino
Personaje colectivo
Personajes: sagrados y profanos


La cultura barroca es gestual. El gesto complementaba la comunicación visual con gestos de oralidad, de modo que las pinturas “hablaban”. La siguiente información trata de reconstruir la cultura gestual quirológica y quironómica a partir de los tratados y de las frecuencias gestuales en la pintura colonial.

2587 anonimo hombre sanchez navarro s.xviii mx copia 00 Objetos en las manos
0862 anonimo sor ana mar%c3%83%c2%ada de san francisco y neve xviii mx copia 01 Posición: de Pie
31 ql2 15 2282 copia 31 QL2 15 Conscienter affirmo (Afirmo mi conciencia) - Afirmar, jurar sin reservas, poner a Dios por testigo.
N/A
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Rosa de Viterbo
1251-01-01
N/A
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No

Rosa nació en Viterbo, Italia. Hija de padres de modesta condición llamados Juan y Catalina, quienes eran agricultores y tenían una casa en el barrio de San Mateo en Sonza, en la parroquia de Santa María en Poggio. Rosa aparece entre las santas de la Orden Tercera de los franciscanos. Desde pequeña mostraba gran piedad y amor hacia el mundo religioso, incluso tenía gran respecto hacia las imágenes de la Virgen María y de Jesucristo; a las cuales veneraba continuamente en su hogar. Las fuentes que hacen referencia a la vida de Rosa, hacen especial alusión a algunos de sus milagros (resucitar a su tía a la edad de dos años), a la lucha constante contra los herejes de su tiempo, a las visiones de algunas almas conocidas por ella, y a los encuentros que tuvo con Jesucristo, la Virgen María y algunos ángeles. Renunció a todos los placeres del mundo - alejada en un cuarto de su casa-, hacía ayunos constantemente, se infringía en el cuerpo fuertes disciplinas con unas cadenas que la dejaban muchas veces desmayada en el suelo. Asimismo, llevaba siempre y debajo de su vestido, un silicio con el que hacia un constante sacrificio hacia Dios. Tuvo una importante vida pública: iba por la ciudad de Viterbo llevando un crucifijo en la mano y alabando al Señor y a la Virgen María. Pero su acción de apostolado habría durado tan sólo unos meses, pues el poder civil de la ciudad de Viterbo, que gobernaba en nombre Felipe II, instigado por algunos herejes que actuaban abiertamente en la ciudad, infligió a Rosa y a su familia la pena del exilio. Al ser obligados a dejar Viterbo, se refugiaron en Soriano de Cimino y regresaron tan solo después de la muerte de Felipe II. Al estar de nuevo en la ciudad pidió a los damianitas ingresar a su convento, pero no fue reciba debido al gran número de religiosas. No se sabe nada de su muerte, según la tradición su cuerpo estaría sepultado en una fosa excavada en el pavimento de la iglesia de Santa María de Poggio.