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Magdalena Meditando
Salas, Antonio
Fecha: 1826
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Magdalena Meditando
Salas, Antonio
1800-1860
1780/84 - 1860. Fue un pintor ecuatoriano de la época independentista. Se especializó en obras religiosas, de costumbres y retratos de personajes importantes. Fue llevado preso por matar al hermano de su amante pero su condena fue mitigada por pintar la iglesia y hacer retratos del intendente de Quito. Entre 1804 y 1814 pintó para la iglesia del Quinche junto a otros artistas y en 1823 comenzó a restaurar 17 cuadros grandes, 10 medianos y 12 de pequeño formato para la Capilla de Nuestra Señora del Rosario. En 1838 trabajó para los padres Agustinos la serie de ochos cuadros titulados La vida de la Virgen y en 1849 formó parte del Liceo de Pintura que se fundó en Quito. Salas pintaba con base en pequeños grabados y litografías que llegaban del exterior. Trabajó con pintura al óleo, al temple, con miniaturas y realizó muchos cuadros para mandar al extranjero.
No
01 Óleo sobre tela
MORENO PROAÑO, Agustín. Tesoros artísticos. Quito, Guayaquil: Museo Filanbanco, 1983.

Museo Nahim Isaías
Ecuador
Quito
Ecuador
Guayaquil
Quiteña

Santos
Santas
Santas mujeres Iglesia Primitiva
Magdalena
N/A


Paisaje
Penitencia
Instrumento martirio
Mujer
Terrestre / paisaje
Historia de vida de santos
Sin donante
Cinta
Martirologio, santoral/Flos sanctorum
"INRI"
Aureola
Cadena
Cáliz
Cráneo
Crucifijo
Látigo
Manto azul
Edad: adulto
Escena: compuesta
Género femenino
Personaje individual
Personajes: Sagrados


La cultura barroca es gestual. El gesto complementaba la comunicación visual con gestos de oralidad, de modo que las pinturas “hablaban”. La siguiente información trata de reconstruir la cultura gestual quirológica y quironómica a partir de los tratados y de las frecuencias gestuales en la pintura colonial.

2587 anonimo hombre sanchez navarro s.xviii mx copia 00 Objetos en las manos
N/A
N/A
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María Magdalena
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N/A
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No

Muy pronto la tradición reunió en la persona de María Magdalena tres mujeres que eran nombradas en los Evangelios y que habían acompañado a Jesús en momentos distintos de su vida. En primer lugar, la pecadora anónima que, durante la comida en la casa de Simón el fariseo, inunda de perfumes los pies del señor y después los enjuaga con sus cabellos (Lc, 7, 36-50). En segundo lugar, María de Betania, hermana de Marta y de Lázaro, que recibe a Jesús en su casa y obtiene la resurrección de su hermano. En tercer lugar, María Magdalena curada por Jesús de los demonios que la atormentaban, presente durante la Crucifixión y el Entierro. Al final de la Edad Media y en la época moderna, los teólogos discutieron largamente para saber si en la Magdalena habían tres mujeres o una sola, pero la tradición siguió siendo más fuerte. En lugar de separarla, se le añadió incluso a veces ciertas tradiciones relativas a una cuarta: María Egipciana. Después de la Ascensión de Cristo, con Marta y Lázaro, María Magdalena habría llegado a Provenza, donde los tres habrían convertido a la fe cristiana a multitud de gentes. Después se habrían retirado del mundo para hacer penitencia, en la gruta de Santo Bálsamo, donde vive treinta años. Muere en Aix- en Provence donde los ángeles la han llevado a fin de que recibiera la última comunión. Más tarde sus reliquias se habrían trasladado a Borgoña. Esta historia de María Magdalena no tiene ningún fundamento bíblico ni histórico. Parece que lo forjaron en el siglo XI los monjes de Vézela para explicar y autentificar la presencia de sus reliquias en su iglesia. En la tradición cristina, María Magdalena es efectivamente y ante todo la imagen ejemplar de la pecadora arrepentida y santificada. A esto se debe que sea la patrona de las prostitutas. La Contrarreforma contribuyo a difundir aun más su culto, convirtiendo a María Magdalena en la personificación del sacramento de la penitencia.