17459

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Silverio
01 Anónimo,
Fecha: S.F.
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Silverio
01 Anónimo,
Autoría desconocida.
No
Óleo sobre madera
VALLÍN, Rodolfo. María Victoria Galves. Taller de Restauración de San Agustín. Arte y Fe: Colección artística agustina. Bogotá: Provincia de Nuestra Señora de la Gracia, 1995.

Colección Órden Agustina
Colombia
Bogotá
Colombia
Bogotá
Local

Santos
Santos Masculinos
Santos de órdenes y tradiciones
Papas
N/A


Cartela
Nicho
Palma
Papa
Santo
Tiara
Terrestre / paisaje
Retrato secular y religioso
Sin donante
Inscripción
Martirologio, santoral/Flos sanctorum
Báculo
Palma
Tiara papal
Edad: adulto
Escena: simple
Género masculino
Personaje individual
Personajes: Sagrados


La cultura barroca es gestual. El gesto complementaba la comunicación visual con gestos de oralidad, de modo que las pinturas “hablaban”. La siguiente información trata de reconstruir la cultura gestual quirológica y quironómica a partir de los tratados y de las frecuencias gestuales en la pintura colonial.

2587 anonimo hombre sanchez navarro s.xviii mx copia 00 Objetos en las manos
0862 anonimo sor ana mar%c3%83%c2%ada de san francisco y neve xviii mx copia 01 Posición: de Pie
N/A
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Silverio
0538-01-01
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No

Natural de Roma. Se ordenó de Diácono de la iglesia Romana, y fue elevado después a la cátedra de san Pedro. Edificó toda la cristiandad con el ejemplo de sus santas costumbres, y protegió la Iglesia de Dios hasta dar la vida en su defensa. La emperatriz Teodora (que era hereje) pretendía restituir la silla de Constantinopla a Antimo, cabeza de los herejes eutiquianos, así escribió a Belisario, general de sus tropas, con el fin de que lo hiciese negar la silla de Constantinopla, en caso que san Silverio se resistiese, le privase el pontificiado. Belisario le propuso al pontífice lo expuesto por la emperatriz y no hizo ningún caso de ello; por el contrario respondió que antes perdería el pontificiado y la vida, que restituir la silla de Constantinopla a un hereje. Al ver Belisario lo poco que podían los fieros y amenazas con el santo pontífice, no quiso poner en él las manos sin algún justo o aparente pretexto. La mujer de Belisario, Antonina, fingió algunas cartas como escritas por Silverio a los godos, en que les prometía que si llegaban a Roma les entregaría la ciudad y al mismo tiempo a Belisario, que ahí estaba. Llamaron después Belisario y su mujer al santo pontífice a su palacio, y habiendo entrado lo detuvieron a él y a sus acompañantes, a san Silverio lo despojaron de su hábito pontifical y le vistieron de monje, y con buena guarda lo mandaron desterrado a Patara de Licia. Luego fue desterrado a Palmaria (una isla), donde afligido y consumido de pobreza, calamidades y miserias vino a morir.