16725

Id:16725

Alegoría de la Vida de la religiosa Josefa de Castillo
Figueroa, Pedro José
Fecha: 1813
Download

4.713303
-74.069824
4.596798
-74.073333

Alegoría de la Vida de la religiosa Josefa de Castillo
Figueroa, Pedro José
1790-1836
Bogotá, 1770 – 1836 S. XVIII. Nació en Bogotá. Parece que fue descendiente de los pintores de Figueroa del siglo XVII. Sus primeras lecciones de pintura las recibió en el taller del maestro Pablo Antonio García. Terminados sus estudios, fundó su propio taller de pintura en donde tuvo numerosos discípulos entre los que se pueden mencionar: sus hijos José Miguel, José Celestino y José Santos, el pintor García Hevia y el historiador José Manuel Groot. También ocupó durante varios años el cargo de mayordomo de fábrica de la iglesia de Las Nieves. Pintó un retrato del Virrey Amar y Borbón, que le fue muy elogiado. Hizo algunas pinturas para. la "Quinta de Bolívar" y también varios retratos del Libertador. Murió en Bogotá. La obra de Pedro José de Figueroa no fue muy numerosa, pero sí interesante, pues en ella se puede apreciar el paso de la Colonia a la República. FUENTE: http://www.colarte.com/colarte/conspintores.asp?idartista=1011
No
01 Óleo sobre tela
LONDOÑO Vélez Santiago. Arte Colombiano. 3500 años de historia. Colección Banco de la República. Bogotá: Villegas editores. 2001.

Museos Banco de la República
Colombia
Bogotá
Colombia
Bogotá
N/A

Retrato
Retrato femenino
Monjas
Coronadas muertas
N/A

a pintura presenta a la monja clarisa tunjana Josepha de Castillo que vivió en la primera mitad del siglo XVIII. La pintura quiere significar el carácter ejemplar de su vida, por esta razón los argumentos visuales se disponen de tal manera que tratan de justificar las características de sus virtudes. En primer lugar se encuentra la monja de rodillas, el cuerpo regularmente ladeado, el rostro severo mirando hacia el niño Jesús que se encuentra arriba, y los brazos medianamente extendidos a la altura del pecho, con las manos abiertas. Viste hábito de clarisa, cíngulo y velo negro. De su cuerpo sobresalen dos cosas: la corona de espinas y el corazón rojo y sangrante que se comunica con una línea tenuemente roja directo con el corazón del Niño Jesús. Con estos dos elementos se anuncia su seguimiento de la pasión de Cristo. La siguiente imagen central es el Niño Jesús. Se encuentra parado sobre una nube, descalzo, vestido con una túnica (café). Lleva sobre su hombro derecho la cruz, en la mano izquierda una corona de espinas, que según las marcas en su frente, se la ha quitado para entregársela a la monja. Sobre su corazón hay una mancha roja que simula sangre, del cual sale un halo de luz que la ilumina y se la comunica a Josepha. Todo él es un haz de luz que ilumina la habitación. La escena transcurre en una aparente celda conventual. A la derecha se encuentra una mesa que tiene 5 elementos simbólicos: un crucifijo con el pecho sangrante, una calavera, un libro, un tintero con su pluma y unas disciplina. Debajo una cartela en forma de pergamino que contiene (posiblemente un texto de los afectos). Detrás de la Monja, una baranda con un pájaro. En la esquina superior de la pintura se encuentran seis Ángeles pasionarios, es decir, sostienen los símbolos de la pasión. El superior, vestido, carga el INRI y (…). En seguida, otro que tiene los clavos y el cordel. En el centro desnudos, dos más, el primero la lanza y la estopa de vinagre, el segundo instrumentos de carpintería, el cuchillo y el pan (…). Atrás de estos, un ángel con la escalera y finalmente otro, muy parecido al niño Jesús, con la columna, el gallo, el azote, los dados y (…). En la parte inferior de la pintura, de extremo a extremo, un texto con detalles de la vida de la monja.
Imágenes complementarias: Dos formas tradicionales de pintar monjas, generalmente sin alusión a su vida mística. Ángeles parecen representar los cinco sentidos

Ángeles
Cartela
Cristo
Monja
Celeste / Terrestre
Relatos alegóricos
Monjas y/o clérigos
Cartela
Imagen al natural
Ángeles
Aves
Cordón
Corona de espinas
Cráneo
Crucifijo
Disciplina
Escalera
Lanza
Libro
Pan
Pluma
Sagrado corazón
Símbolos de la pasión
Tintero
Escena: compuesta
Género Masculino/femenino
Personaje colectivo
Personaje: desnudo parcial / total
Personajes: sagrados y profanos
Presencia: animales
Presencia: niños


La cultura barroca es gestual. El gesto complementaba la comunicación visual con gestos de oralidad, de modo que las pinturas “hablaban”. La siguiente información trata de reconstruir la cultura gestual quirológica y quironómica a partir de los tratados y de las frecuencias gestuales en la pintura colonial.

2587 anonimo hombre sanchez navarro s.xviii mx copia 00 Objetos en las manos
18 ql2 18 data 4483 captura copia 18 QL2 18 Data Fide promitto (Comprometo mi fe) - a pesar de dificultad, confirman compromiso, tregua, promesa.
4729 anonimo catalina flagelandose xviii ar copia 03 Posición: Arrodillado
0862 anonimo sor ana mar%c3%83%c2%ada de san francisco y neve xviii mx copia 01 Posición: de Pie
N/A
N/A
N/A
Josefa de Castillo
1742-01-01
N/A
N/A
No

Francisca Josepha de Castillo Guevara nació en Tunja en 1671, y murió en la misma ciudad en 1742. Hija de español y criolla, entró al convento de las Clarisas de dicha ciudad. Su narración biográfica, escrita por mandato de su confesor Francisco de Herrera S.J, contiene todas las vicisitudes propias de una vida ejemplar: nacimiento glorioso y predestinado, una infancia enfermiza y en varias ocasiones a punto de morir, una adolescencia cortejada por pretendientes, y finalmente una juventud culposa y mortificada que la llevó a tomar los hábitos a los 18 años, pese a la resistencia de su familia. Profesó a los 23 años, casi al mismo tiempo se dedicó a escribir sus “afectos espirituales” por mandato de su confesor. Una vez en el convento, ocupó diversos cargos, entre ellos, sacristana, portera, enfermera, maestra de novicias, escucha, secretaria y gradera. Tres veces fue electa abadesa: en 1716, 1729 y 1738 (según otras fuentes, fue cuatro veces abadesa: en 1715, 1718, 1729 y 1738). En 1696, la Madre Castillo entró en un período de «suspensiones, deliquios y enajenamientos», que se prolongó hasta 1710. Su vida era una sucesión de raptos místicos, seguidos de dolores corporales y de un agotamiento general, que le llevó a tener fama de santa. Murió en 1742, a la edad de 71 años, asistida por el padre Diego de Moya. En diversos momentos de su estancia en el convento escribió “Su vida” y “Afectos espirituales”, estos últimos muy influidos por la poesía mística de Juana de la Cruz. Sus manuscritos originales se conservaron en el convento de Santa Clara de Tunja, hasta 1813, cuando fueron entregados a su sobrino Antonio María del Castillo y Alarcón, quien se encargó de su publicación en Filadelfia.